Eran los locos años veinte y había algo en el aire: "Desafiar la gravedad y superar la inercia de la tierra, en impresión y apariencia", era el objetivo del fundador de la Bauhaus, Walter Gropius. Al igual que el diseño del voladizo cúbico de su silla de director F51, estas palabras proféticas representaban un nuevo capítulo de la sillería moderna: el concepto de voladizo. Los apoyabrazos del F51 sobresalían libremente e incluso el respaldo de la silla no tocaba el suelo. Una pieza que abrazaba la visión de Lissitzky y era considerada una innovación.
Para su nueva versión del F51, Katrin Greiling demuestra cómo repensar las superficies y colores de la silla icónica. Presenta el sillón Gropius en llamativas combinaciones de colores y texturas que cambian las perspectivas y llaman la atención. Al hacerlo le ha dado al F51 una nueva cara después de 100 años. Las telas que utiliza para este propósito fueron creadas por el diseñador de moda belga Raf Simmons para Kvadrat. Inspirada en la lana, la sarga y el tweed, la colección presenta texturas y colores que permiten una transición a los muebles contemporáneos.
Katrin Greiling divide el sillón en tres áreas de diseño: marco, asiento y tapicería de los brazos. Presenta el distintivo marco geométrico de madera en seis nuevos colores realizados con una laca de alto brillo. El color juega un papel importante en todos sus diseños, y lo mismo ocurre con el F51. Llama la atención con el color y las texturas, enfatizando las formas y las proporciones. Una fuente de inspiración primaria para el enfoque del diseño de Katrin Greiling en esta tarea fue la artista textil, Gunta Stölzl, directora del taller de tejido, cuya importancia para el legado de la Bauhaus ha sido a menudo pasada por alto.
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