La caatinga es pura poesía. En la aridez del bioma que se extiende por el Nordeste brasileño, el mandacaru florece como un regalo a las espinas y al paisaje casi siempre reseco. La flor que sale del capullo bajo el manto de la noche dura hasta el primer amanecer. Belleza simbólica, llamativa y efímera que florece como inspiración del Sillón Flor de Mandacaru. Los pétalos blancos materializados en aluminio y rellenos por el tejido artesanal de la cuerda naval subliman la delicadeza del diseño. Regionalidad, vínculo de pertenencia y reverencia por la tierra nordestina tienen lugar en el diseño enraizado en la resistencia, la resiliencia y la esperanza. Tiene el alma del Sertão.
Disponible en varios colores
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