En la antigüedad, el hierro no se extraía de las minas, sino que se recogía de los meteoritos caídos: éste fue el carácter estelar que guió todo el proceso creativo de este acabado. La inspiración fueron las imágenes de sedimentos ferrosos en rocas de Bolivia, donde yacen valiosos depósitos ocultos al ojo humano. El hierro y la fuerza siempre han sido inseparables en la mitología, y más aún en la alquimia: el hierro une el cielo y la tierra, y con la lluvia se transforma. Sidus engloba todos estos conceptos, buscando impartir fuerza y carácter a las superficies.
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