La imagen que encarna este patrón tiene orígenes ancestrales: Inari, dios de la risa y de la compenetración humana con la naturaleza, es el retrato de un deseo, de una marca precisa que se imprime como un surco. La geometría resultante es sencilla: su profundidad reside en la historia, en la mitología de un mundo que nos parece tan lejano pero que fue y es la base de la existencia humana.
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