La vistosidad tonal de Arlequín, junto a su velada irreverencia desde su prototipo de mendigo harapiento, lo han convertido en un motivo recurrente del arte occidental. Y es desde esa indolencia pictórica cómo nos ha conquistado a nosotros. Hemos querido rendir homenaje no solo al personaje, sino a toda una trayectoria artística, con estas consolas que se prestan a la transgresión tanto como a la trascendencia de las propias limitaciones.