La mujer de París fue la primera vez que Charlie Chaplin se puso detrás de la cámara. Corría el año 1923 y al público acostumbrado a las actuaciones del genial actor, se le hizo raro eso de ver una película suya, sin él. Fue un éxito de crítica e influyó a los que vinieron después. El sillón que lleva su nombre lo diseñó Pepe, y bien podría haber sido en el que se sentó el cineasta americano durante el rodaje de aquel film. Elegante, actual y de colores atractivos, a veces hacer algo inesperado resulta tan llamativo que crea tendencia. Como Chaplin con esa película, como Pepe con este sillón.