La genialidad de Matilda radica en la actualización de la sencillez característica de mediados de siglo con un uso desconcertante y provocativo del color. Son piezas altamente funcionales, sin sobrecargas o excesos, que mantienen la esencia de Lola Glamour con sus aplicaciones de madera en forma de medalla y el fabuloso acabado de sus interiores. Amén de esas magníficas patas exentas, que sostienen con autonomía la atornillada estructura de cajones.