Enriquecer la arquitectura con signos y significados que permanezcan en el tiempo implica buscar un gusto por la decoración, que pueda atravesar los años indemne, conservando su encanto y belleza, reintroduciéndose cada día, como si fuera el primero.
Así nació la búsqueda del gusto que debía tener la boiserie dórica. Una búsqueda que ha desembocado en la definición de un signo limpio, riguroso, pero al mismo tiempo suave en su sencillez. Un signo que nace de sensaciones y recuerdos del pasado y que, actualizado en el presente, será capaz de dar confort y belleza para el futuro.
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