Los paneles Mosaico surgieron casi por diversión: un día, mientras trabajaba, Marina Bani se detuvo junto a la mesa de corte y recogió un puñado de restos de cuero, procedentes de algún otro desecho de la producción.
La observación inmediata fue lo bonitos que eran, con sus formas imposibles, sus ángulos irregulares: y sobre todo, que combinando fragmentos de distintos colores, adquirían belleza, y un notable poder comunicativo. De ahí surgió la idea de crear un mosaico, utilizando teselas irregulares, dispuestas sobre un fondo negro, y enriquecidas por el trabajo de ribetear cada fragmento con costuras.
Los paneles de mosaico no tienen otra función que mostrar la belleza de la piel incluso en sus fragmentos mínimos y sin valor. En realidad el valor está ahí, es un valor añadido, y todo reside en la novedad de la idea y en la ejecución de la pieza.
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