
TREKU
Quiénes somos
El origen de Treku es un taller creado en 1947 en Zarautz, un hermoso pueblo costero de gran tradición en el ámbito de la ebanistería y la carpintería.
El nombre de la empresa fue originalmente el de su fundador, Jesus Aldabaldetrecu, ebanista de espíritu emprendedor. En poco tiempo, el taller alcanzó renombre en la región fabricando dormitorios clásicos de alta calidad. Se inicia un proceso de industrialización de la empresa, que será completado por la segunda generación de la familia.
La marca Treku proviene del apellido vasco Aldabaldetreku y hoy en día es la tercera generación de esta familia la encargada de dirigir la empresa, heredando así la mejor de las tradiciones: dedicarse a una profesión apasionante.
Durante estos años –más de medio siglo de historia– han sido partícipes de múltiples vivencias, algunas duras, como las varias crisis económicas que han azotado a la empresa, o las increíbles inundaciones que sufrieron en los años 1953 y 1983. Pero, sobre todo, quedan en la memoria las buenas experiencias, los lazos de amistad dentro y fuera de la empresa, el reconocimiento de muchos clientes fieles y la ilusión de llegar a nuevos mercados…
Gracias a lo aprendido de sus primeras generaciones, Treku ha sabido integrar en sus productos lo contemporáneo con lo tradicional, incorporando detalles que nos retrotraen a otros tiempos. Actualmente, Treku continúa ampliando su conocimiento gracias al contacto con otros países, continentes y culturas de las que, día a día, sigue aprendiendo.
Nuestros valores
En 1947, un vecino de Zarautz, un pequeño pueblo costero del País Vasco, abrió su propia carpintería. Su nombre era Jesús Aldabaldetreku, tenía 36 años y trabajaba en ese sector desde niño. Jesús era un eslabón más de una tradición, la de trabajar la madera, que llevaba más de quinientos años funcionando en este rincón de la provincia de Gipuzkoa. Mientras la mayor parte de los pueblos costeros vascos del siglo XVI faenaban en el mar, Zarautz se especializó en la construcción de pequeños barcos pesqueros y traineras, unas chalupas veloces, fundamentales en la caza de ballenas. La fama del pueblo por este trabajo de artesanos llegó a ser mundial. Las profundas transformaciones económicas acontecidas en Europa a mediados del siglo XIX trajeron consigo el declive de los astilleros de ribera tradicionales.
La crisis asomaba por el horizonte. Una puerta que había estado abierta durante siglos comenzaba a cerrarse pero varias ventanas se abrían simultáneamente. Una de ellas fue la del turismo: paralelamente a la revolución industrial se popularizó en una parte del mar Cantábrico el turismo de mar y playa. Zarautz, con un arenal de más de dos kilómetros fue uno de los lugares elegidos por la Realeza y burguesía del momento para recibir los famosos baños de ola. Aquellos astilleros donde durante siglos se construyeron embarcaciones pasaron a elaborar muebles de lujo.
Casi 70 años después de su fundación, muebles Treku sigue siendo la empresa de los descendientes directos de Jesús Aldabaldetreku. Han cambiado los tiempos, han cambiado los diseños pero el tesón y la tradición artesana permanecen.
Cuando amanece en Zarautz, los rayos de sol tardarán todavía varios minutos más en acariciar el barrio de Olaa. Es el tiempo que la luz emplea en abrirse paso a través de las colinas entre las que se esconde este paraje puramente rural, situado a apenas dos kilómetros de una de las playas más conocidas del País Vasco. Olaa no es como el Zarautz turístico. Está tapizado con verdes praderas en las que todavía pasta el ganado y apenas lo habitan una docena de caseríos –la granja típica de Euskadi- hábilmente diseminados. Una pequeña regata de agua fresca, Olaa, la misma que da nombre al lugar, vertebra y llanea el barrio permitiendo que corra junto a ella la carretera.
Es allí donde se levanta la nave de muebles Treku, el edificio que todos los días se despierta a la misma hora, la seis de la mañana, cuando un operario enciende la caldera, alimentada con la madera descartada de la construcción de muebles, y pone en marcha toda la maquinaria. Una hora después, cuando llega el resto de trabajadores, el circuito de producción ya está caliente y pueden iniciar su actividad.