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Quiénes somos
En 1964, Antonio Irollo creó la empresa Irollo con amor y total dedicación. Gracias a su capacidad creativa, destreza manual, sentido del deber y humildad, la empresa Irollo creció rápidamente en el sector de la fundición mecánica, distinguiéndose por la calidad de sus productos así como por su precisión.
El sucesor natural de Antonio Irollo fue su hijo Maurizio Irollo quien, siguiendo los pasos de su padre, mejoró aún más la calidad de los productos perfeccionando las distintas técnicas de producción.
Sin embargo, desde muy pronto, Maurizio manifestó una especial sensibilidad por el entorno urbano. Observador curioso, se fijaba y analizaba escrupulosamente la iluminación urbana: las farolas, sus bases, la proyección de las luces sobre las aceras circundantes. Luces esenciales, modernas, pero también suaves y sinuosas, típicamente clásicas, caracterizaban los cuerpos luminosos, el tallo y las bases de las farolas que creaba.
Maurizio era un observador curioso
Nuestros valores
Con el tiempo, su atención se desplazó también al resto del entorno urbano: los bancos donde a menudo se encuentra la vida de los ciudadanos de a pie, las papeleras y la cultura de la recogida selectiva de residuos, los ceniceros municipales, las papeleras para la recogida de nuestros perros' necesidades, las góndolas que tanto entretienen a los niños junto con los juegos y columpios, así como los relojes que suavizan las plazas, las señales que ayudan a los ciudadanos a desenredarse de calles y carriles tanto en las grandes ciudades como en los pueblos pequeños, las rejas de los árboles que protegen a los transeúntes de las raíces que a menudo sobresalen del suelo, los bolardos de formas variadas que delimitan pasajes y aceras.