Las madres pangolines, que avanzan con cuidado a través de un juego de serpientes y escaleras metafóricas, trepan desesperadamente por un terreno peligroso de puentes desvencijados. Jugando con las precariedades de la vida, la siguiente generación lucha por aferrarse a ella mientras frutas gigantes flotantes disfrazan el tono subversivo de una atmósfera carnavalesca. La UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) ha clasificado a las ocho especies de pangolín en peligro de extinción, uno de los animales más objeto de tráfico ilegal en la última década.
El diseñador Sam Wilde donará una parte de las ventas de 'Precarious Pangolins' al World Land Trust, una organización benéfica cuyos proyectos apoyan la conservación del hábitat natural del pangolín en el Lejano Oriente.