Si el vidrio lleva sus propios límites dentro, es también verdad que estos límites no tienen paradójico ningún extremo. Calcedonio ofrece el ejemplo más expresivo de este hecho: es un material vítreo oscuro y opaco, caracterizado por las variaciones infinitas de sus matices, que ni siquiera el más experto de amos puede predecir. Esto es una receta basada en el nitrato de plata y otros componentes ‘secretos’, inventaron en el siglo XV y olvidado de largo; fue redescubierto en el siglo XX y debe su nombre a la riqueza cromática que es evocadora del cuarzo del calcedonio. Óscar comenzó a experimentar con él hace varios años, fascinado por la imposibilidad de un totalmente controlado y fiable, aunque siempre asombroso, el resultado que “se podría alcanzar ninguna otra manera, ni siquiera mezclando todos los colores en el fuego. La variedad cromática es quizás más similar a un qué pintor pudo alcanzar, pero creo que ningún otro arte tiene una paleta similar al calcedonio en un solo material”.
Óscar prefiere dejar el color hablar por sí mismo, y él favorece así formas amplias y las superficies planas para este vidrio, combinando a menudo el calcedonio con el vidrio transparente que permite que él capture y que intensifique completamente las variaciones por todos los lados. Tal es la génesis de formas como los barcos o las bailarinas que estiran hacia fuera y extienden en espacio, las cintas cuyos rizos y dobleces parecen perseguir los matices sin fin en el vidrio; figuras de animales, tales como gaviotas con sus alas separadas para sostener uno otro, o rayos cuyos cuerpos parecen reflejar la luz que los filtros bajo superficie del mar.
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