En la unión del tallo cónico y el orbe transparente, la luz se convierte en una incandescencia casi volcánica, que ilumina las magníficas vetas del ónice como un amanecer o una puesta de sol ocultos por las nubes.
Igualmente incandescente es el vidrio soplado a mano en las fundiciones de Murano, tal como era hace miles de años, transformado en una forma orgánica de vidrio transparente, fumé o pulegoso
con infinidad de minúsculas burbujas de aire que evocan la espuma del mar.
Tres estilos, cada uno con su propio efecto luminoso, además de una variedad de alturas y tonalidades para la base.
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