El Gran Teleférico es la atracción más atrevida. También puede atraer a perfiles de riesgo menos evidentes; con su longitud y su asiento y asidero de apoyo, cualquiera puede participar. Y lo harán, una y otra vez. La razón de este inmenso poder de retención reside principalmente en la inmensa emoción de deslizarse por el aire. La sensación de ingravidez y de flotar en el aire a gran velocidad entrena la conciencia espacial y la comprensión de la gravedad, el espacio y la velocidad. Esto es necesario, por ejemplo, para gestionar el tráfico con seguridad. Las habilidades sociales se entrenan a medida que los niños devuelven diligentemente el asiento al siguiente usuario de la fila. La carrera y el arrastre que conlleva entrenan el sistema cardiovascular del niño y los músculos de la parte superior del cuerpo. En definitiva, el gran teleférico es un recurso lúdico que une generaciones y capacidades, ya que hay alguna forma de que casi todo el mundo lo utilice.
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