La plaza se forma a partir de cinco ladrillos de diversos tamaños, pero con un lado de la dimensión idéntica en campo común para permitir, a los profesionales y a la solución de colocación privada, numerosa.
En un equilibrio perfecto, el ladrillo de la plaza mezcla la armonía estética, debido al color de la mezcla, y a la considerable resistencia al desgaste y a las abrasiones, gracias al acabamiento del cuarzo.
La plaza, desemejante de las otras los ladrillos clásicos, se distingue por la composición de sus tamaños amplios que garanticen el refinamiento y la homogeneidad a cualquier pavimentación si esta área es pública, a un cuadrado o a un pavimento.
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