One Console tiene una arquitectura inesperada, única y en cierto modo imperfecta que evoca los dólmenes de la época prehistórica, creados apilando piedras irregulares en un ensamblaje aparentemente aleatorio y precario. Es como si los elementos que componen la consola no estuvieran destinados a estar juntos, sino que se hubieran movido de manera inesperada alejándose de su posición original, dando lugar a un complemento contemporáneo y reconocible por su importante tapa y sus bases inusuales. Esta abertura apenas sugerida entre los módulos curvos que forman la base permite un juego de luces que ilumina los diferentes perfiles de las columnas de soporte de la consola. Las patas están muy cerca entre sí, tanto que desde diferentes perspectivas la distancia no se percibe; esto genera una inestabilidad visual y un efecto dinámico sorprendente. Al mismo tiempo, el diseño de las patas proporciona una dirección a la consola, y por ende al espacio en el que se utiliza. Estas características confieren al producto una riqueza personal, haciéndolo único y particularmente sorprendente.