Un espacio puro y elegante en el que las superficies de bronce cobran vida, transformándose para crear diferentes atmósferas según el lugar en el que se coloquen. La esencialidad de los macizos, subrayada por las puertas columna y las bases con gola, no contrasta con los diversos materiales translúcidos que introducen innumerables y rigurosos reflejos. La pared se caracteriza por un juego de volúmenes garantizado por las dos profundidades disponibles, las bases tecnológicas en la parte inferior, las columnas de madera bilaminada en la parte superior y finalmente la boiserie que actúa como soporte para el televisor. La misma contaminación material se encuentra en el aparador con reflejos de bronce que acompaña a la mesa redonda.