“Tengo la teoría de que no hay que ser muy ambicioso en la estética o en las formas. Lo importante es que el producto cumpla el cometido para el que ha sido diseñado y que todos los mecanismos funcionen perfectamente”, explica Danos. Pero el racionalismo puro se une a la emoción cuando tocas la Beddy y notas el cuidado con el que ha sido desarrollada cada pieza, la suavidad con la que gira la bola. Todo encaja y su atractivo aumenta. “Espero que a la gente le guste la Beddy al verla pero, sobre todo, que cuando la utilicen se sientan satisfechos”. Ligeras, versátiles y frescas. Perfectas para espacios minimalistas.